Aquí os dejo un enlace para que podáis ver y saber más sobre el escritor. ( Enlace )
También os dejo un enlace con información con respecto a al obra ( Enlace )
Esta entrada es una de las más básicas y aburridas por definir la de algún modo ya que se basa en buscar información sobre el humor en la literatura del S.XX
Así que aquí os dejo la información sobre el humos en la literatura:
- Wikipedia,
El siglo XX es el siglo del humor gráfico y del humor cinematográfico; se desarrolla la viñeta de humor o chiste gráfico a través de los periódicos, empiezan a desplegarse las revistas de historietas, en las cuales destaca la Escuela Bruguera, y tiene lugar la gran época del cine mudo, con los cómicos Charles Chaplin, Buster Keaton y Harold Lloyd; posteriormente, la invención del cine sonoro dará lugar a las obras cómicas de los hermanos Marx, que abren el camino del humor hacia el surrealismo; de Woody Allen, que realiza una crítica de la intelectualidad norteamericana; de Monty Python, esencialmente irreverente, etc. Es también la época del humor inglés: Gilbert Keith Chesterton, Jerome K. Jerome, P. G. Wodehouse, Evelyn Waugh, Gerald Durrell, David Lodge, Tom Sharpe y Terry Pratchett son buenos ejemplos de esta clase. En Francia destacan especialmente Cecil Saint-Laurent y Pierre Daninos. En Italia, Giovanni Guareschi, autor de una divertida serie de novelas sobre un cura católico, don Camilo, y un alcalde comunista, Pepone, en un pueblo italiano durante la posguerra mundial, Dino Segre, más conocido como Pitigrilli y Darío Fo. En España destacan especialmente los hermanos Álvarez Quintero, Carlos Arniches, Pedro Muñoz Seca, creador de la fórmula teatral conocida como astracanada, Wenceslao Fernández Flórez, el más próximo entre los escritores españoles al estilo de Wodehouse y el gran genio del humor surrealista, Ramón Gómez de la Serna, creador de la greguería, que define como «humorismo + metáfora = greguería». Ya en la posguerra, desempeña un papel fundamental la revista española La Codorniz, que engendró toda una generación de humoristas que renovaron el teatro de humor Enrique Jardiel Poncela, Miguel Mihura, Álvaro de Laiglesia, Alfonso Paso. También es importante, aunque poco numerosa, la narrativa y artículo periodístico de humor: Ramón Ayerra, Tomás Salvador, Alfonso Ussía, Jaime Campmany y Ricardo Lampert. En Hispanoamérica, destacan especialmente en Argentina el grupo musical Les Luthiers, el escritor Paco Poblet, quién escribió poco antes de fallecer "Viuda de Adán e Hijos", el escritor y poeta Conrado Nalé Roxlo, el escritor y humorista gráfico Roberto Fontanarrosa y el también humorista gráfico Joaquín Lavado, más conocido como Quino; se acercó ocasionalmente al humor también Julio Cortázar en obras como Historias de cronopios y de famas o en cuentos como No se culpe a nadie. En Perú cultiva un fino humor el narrador Alfredo Bryce Echenique.
- UN BLOG QUE HE ENCONTRADO QUE SE LLAMA; " LO QUE NO LE CONTARÍA A MI MADRE "
Para responder a la cuestión sobre qué es el género humorístico te puedo dar una definición de la literatura humorística.
La literatura humorística es el género literario en el que el autor crea de forma consciente efectos cómicos en el texto y expresa su posición ante la obra y ante el mundo. Este es un matiz importante, porque se puede ser cómico de forma involuntaria, es decir, dar risa sin pretenderlo, con lo cual se estaría incurriendo en el ridículo, pero no en la literatura humorística. Quizá sería importante hacer hincapié en este leve matiz, puesto que el humor es una cualidad humana, mientras que la comicidad se puede aplicar incluso a los objetos inanimados. Es decir, lo cómico es lo que da risa, que puede ser una persona o un objeto, pero el humor es la cualidad de las personas que saben poner de manifiesto esa comicidad. Vemos, por lo tanto, que el humor no es cosa sencilla, motivo por el que, para muchos, la literatura humorística es uno de los géneros más complicados para un escritor. Y esto se debe a que la literatura humorística, igual que la literatura de terror, busca ejercer un efecto en el lector, con la diferencia de que, si bien hay miedos y terrores innatos al ser humano con los que puede jugar el autor recurriendo al terror psicológico, el humor tiene una componente subjetiva que hace que no a todo el mismo le resulten graciosas las mismas cosas, por lo que puede ser que, dependiendo del lector, la literatura humorística pueda no causar el efecto deseado, con lo cual, fracasa. Así que quizá te tienes que hacer primero la siguiente pregunta: ¿Cuáles son los orígenes del humor? Durante mucho tiempo, la palabra humor se usó en la medicina para designar los líquidos del cuerpo humano (humor vítreo, por ejemplo, dentro del ojo). En su origen, los humores del cuerpo humano eran cuatro: sangre, linfa, bilis, bilis negra. A cada uno de ellos se asociaban 4 temperamentos: sanguíneo, flemático, bilioso, melancólico. El término fue evolucionando hasta que, en el siglo XVI, Ben Jonson usó la palabra ‘humor’ para explicar su concepción del teatro de caracteres, como contraposición a la individualidad psicológica presente en el teatro de Shakespeare. Como la mayoría de los personajes que Jonson ponía en escena eran cómicos, comenzó a asociarse el término ‘humor’ a la comicidad. Vemos por lo tanto que, Igual que el concepto de humor, la literatura humorística ha ido evolucionando a lo largo de la historia.
- El humor en la literatura del S.XX en España
Uno de los ríos más caudalosos que nutren y acrecientan el mar de la literatura española es el del humor. Caudaloso y largo, pues nace ya en el Arcipreste de Hita y se va engrosando con espectaculares aportaciones que van desde El Lazarillo de Tormes, hasta Cervantes pasando por Quevedo, Torres Villarroel, la picaresca, etc. Y así hasta el siglo XIX, en el que esta vena vivificante se empieza a secar. Sólo el destello de los artículos de Larra alumbra, otra vez, la mortecina faz de los españolitos. Sería muy largo, y muy prolijo, explicar por qué los escritores españoles empiezan a perder el buen humor a partir dela Guerra de la Independencia. Seguramente había razones para ello, pero esto nos ocasionó una orfandad ya casi irreparable para el disfrute del lector. El costumbrismo casposo, la reivindicación paleta de la aldea y la regresión intelectual que supuso el romanticismo y el nacionalismo en España fueron el refugio de algo parecido a una sonrisa que a veces se nos hiela en un rictus de asco y horror. Este negro panorama se empieza a aclarar a finales del XIX y principios del XX hasta llegar a la feliz explosión que sacude la escena entre la década de los años 10 y 30, especialmente a través de unas revistas que suponen la rampa de lanzamiento de una generación extraordinaria que aúna al mismo tiempo gran calidad literaria y un excepcional buen humor, así como el inicio de un arte nuevo: el humor gráfico que alcanzó gran altura en sus autores. Estas revistas que son, primeramente, Madrid Cómico y Cu-Cut seguidas por Gutiérrez y Buen Humor, y en Barcelona El be negre, son el vivero en el que romperán sus primeras lanzas estos autores. Y ya en los convulsos años 30, hasta la Guerra Civil, La ametralladora por el lado conservador y Papitu por el republicano. Después del 39, los supervivientes del lado nacional recalarían en la monumental La Codorniz, que sobreviviría hasta los años60. A los del bando republicano, lógicamente, no les quedaron ganas de sonreír. La nómina de aquellos escritores e ilustradores, hoy injustamente olvidados, es larga y fructífera: entre los ilustradores y viñetistas K-Hito (Ricardo García, que fue el creador de la revista Gutiérrez) Tono, Mingote y otros que fueron relevados afortunadamente por una nueva generación que se cobijó bajo las alas de aquella Codornizde feliz recuerdo y que engloba, entre otros, a partir de los años 50 a gente como Chumy-Chumez, Ops, El Roto, el propio Mingote y algunos más. Este relevo lamentablemente no ocurrió con los escritores, pues estos, a partir de los 50, o habían muerto, o ya se habían retirado. Y desde ahí viene esta sequía de sonrisas que padecemos. Podemos destacar entre los escritores a: - Antoniorobles. Que aparte de lo estrictamente humorístico es uno de los mejores autores de eso tan difícil que es la literatura infantil en todo el siglo XX. - Edgar Neville. Que también fue director de cine y que en los 30 trabajó, codeándose con lo mejorcito del cine americano, en Hollywood como guionista. Sus mejor obra, La vida en un hilo, y como director cinematográfico la descacharrante La torre de los siete jorobados, obra de Emilio Carrere, otro olvidado injustamente. - José López Rubio, más Enrique Herreros, estrictamente humoristas de revista, y lo mejorcito: - Ramón Gómez de la Serna, que necesita un artículo aparte por ser él solo todo un capítulo de la literatura española. - Miguel Mihura, que con obras de teatro como Tres sombreros de copa prefigura el teatro del absurdo tan bien explotado por gente como Becket, Ionesco etc. muchos años después. - Wenceslao Fernández Flores, que publica novelas irónicas y tiernas luego llevadas al cine, como El malvado Carabel o El bosque animado. Julio Camba. Exitoso escritor de artículos en prensa seria, animándola con gracia característica, recopilados luego en libro: Sobre casi todo, Sobre casi nada, La casa de Lúculo. Y novelas desternillantes como Aventuras de una peseta, La ciudad automática y El hombre que compró un automóvil, que mezclan de manera muy convincente ciencia-ficción y humor. Enrique Jardiel Poncela, otro que también necesita capítulo aparte, es el máximo exponente de esta generación extraordinaria, maestro del humor fino y cosmopolita, tanto en novela como en teatro: Amor se escribe sin hache, Pero, ¿hubo alguna vez once mil vírgenes?, Espérame en Siberia, vida mía, Eloisa está debajo de un almendro, Los ladrones somos gente honrada o Cuatro corazones con freno y marcha atrás. Rafael Azcona, que por razones de edad no cuenta como integrante de este grupo, sin embargo por su estilo de literatura se le puede considerar miembro, aunque epígono. Sus mejores obras, al margen de su trabajo de guionista cinematográfico: Vida del repelente niño Vicente, Pobre, paralítico y muerto y Los muertos no se tocan, nene. Hay autores que no participaron en aquellas revistas, y que sería injusto olvidar, especialmente Pedro Muñoz Seca, que inventa un nuevo género, la astracanada de buen resultado cómico: ¿quien no se acuerda de La venganza de don Mendo, o El santo de la Isidra? Y este río generoso se empieza a secar en los 40, llegando a nuestros días la pertinaz sequía solo de vez en cuando paliada por algún destello de humor en la obra de Álvaro Cunqueiro, en algunas novelas de Camilo José Cela o de Torrente Ballester, pero es un destello que se apaga pronto y que más hogaño solo de muy cuando en cuando nos alegra con alguna estrella fugaz: una novela de Juan Benet, (En el estado), alguna de Eduardo Mendoza, cosillas de Vázquez Montalbán, y en nuestros días alguna joya, de bisutería todo hay que decirlo, de Antonio Orejudo y pare usted de contar.Esperando que este páramo avinagrado y superserio en que se ha convertido la literatura española empiece a ser barrido por alguna ventolera que nos vuele el sombrero de la tristeza me despido, recomendándoles la lectura de cualquiera de estos escritores, y no se apuren si en el Corte Inglés no encuentran sus obras: en cualquier biblioteca las tienen, y casi gratis ustedes pueden disfrutarlos. Un saludo.
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